Crónica de una menopausia

Me apetece escribir sobre mi menopausia. Llevo ya un par de meses de perimenopausia, o sea, de los inicios de una nueva etapa en mi vida.

A veces, creo que las mujeres que ya la han pasado hablan de esta etapa como algo negativo; en estos días he tenido que oír cosas como:

- Puf, ya verás los sudores y sofocos, son terribles.

- Ahora empezarás con los problemas de huesos.

- Engordar es inmediato.

- Te darán tratamiento hormonal.

- Etc.

Y fui a la gine y, efectivamente, me dio hormonas. Pero no las pienso tomar, no me da la gana de medicarme cuando no estoy enferma, quiero escuchar lo que mi cuerpo tiene que decirme e ir descubriendo que comienzo un momento de plenitud en mi vida.

Algunas personas piensan que la menopausia es el final de algo, de la época reproductiva, pero como mi época reproductiva se acabó el mismo día que me vino la primera regla pues no siento que pierda nada, ni que sea el final de nada. El principio, sí.

Ya no puedo ser madre, pues vaya cosa. Nunca quise ser madre, la maternidad me es tan ajena como el proceso de crecimiento de las amebas. Oigo como algunas mujeres dicen que lo mejor que han hecho en sus vidas es dar a luz y yo lo mejor que he hecho en mi vida es no ser madre y no tener necesidad de serlo. Soy mujer completa sin descendencia, no tengo ningún interés en reproducirme, ni en educar hijos o hijas, ni en dejar mi huella en ningún ser humano por el hecho de ser su madre.

Así que, ahora que tengo sofocos, los estudio, me hace gracia ese calor repentino que me hace sudar y que me dice que estoy viva, que mi cuerpo está revolucionado y que, ahora sí, estoy más cerca que nunca de la sabiduría de una mujer madura.

Bienvenida sea la menopausia, estoy segura de que me hará mejor.

Seguiré contando.