sábado, noviembre 28

De lo sentimental a lo cerebral

O del sexo y el corazón al cerebro, o de aquí para allí, como os dé la gana se puede titular este post. Hace unas semanas, escribí un mensaje sobre la felicidad y la energía que da ser feliz. Fui feliz dos semanas, muy feliz, como no recuerdo haberlo sido antes, estuve plena, en globo, con energía para regalar...pero el destino quiso que eso no durara y que me llevara ¡zas en toda la boca! un buen morrazo.
El golpe ha sido duro, está siendo jodido, pero he aprendido cosas y quiero daros una receta: "De cómo aprovechar los peores momentos de tu vida sentimental". No quiero dejarme caer, me niego a sentarme en el sofá y autocompadecerme, así que voy a aprovechar ahora la energía negativa que todo esto me está dando.
RECETA PARA APROVECHAR EL SUFRIMIENTO:
1- En esta primera fase, agarra todo lo malo que te ha pasado, mézclalo con unas buenas frases de automachaque: "no está hecha la miel para la boca del asno, si es que nadie me quiere, siempre me pasa lo mismo, no soy atractiva, no valgo para nada, nunca seré feliz, etc, etc, etc". Cada una que busque aquella frase que más daño le haga, para machacarse a sí misma bien, no vaya a ser que quede un resquicio de autoestima.
2- Si alguien lo necesita, es este paso puede poner a parir a la que cree es la causante de su desgracia. Yo no lo necesito, porque ella es lo mejor que me ha pasado y le deseo todo lo bueno, se lo merece porque es una bellísima persona, por dentro y por fuera.
3- Mezcla todas las frases malas con el peso de los ovarios y la opresión en el sexo, con la angustia del corazón y la ansiedad de los nervios. Bate a toda hostia todo y trágate el resultado.
4- Cuídate mucho de que no vaya garganta abajo, que entonces va al mismo sitio del que salió, tiene que ir hacia arriba. Para ello, puedes hacer el pino o motivarte para que suba ( lo del pino no se me da bien). Cuando sientas que llega a la altura de la nariz, dale un empujón enorme y haz que te estalle todo en el cerebro.
5- Ordena cada ingrediente mezclado anteriormente: el peso en ovarios irá directamente al área almacenamiento de energía, la opresión en el sexo liberará a las neuronas oprimidas y dormidas por la felicidad, la angustia del corazón volará a la creatividad y la ansiedad irá sin pausa hacia el área de la voluntad personal.
6- Y ahora ponte a currar, saca de tu cerebro lo mejor que tengas, pon por escrito todo para sacarle en el futuro rendimiento, escribe el libro que siempre has dejado aparcado, haz la carrera que te mola, saca el título de guitarra clásica o hazte experta en macramé. Pero haz que el cerebro te funcione al cien por cien todas las horas del día, porque en el futuro encontrarás de nuevo la felicidad y dejarás el cerebro aparte, así que podrás vivir de las rentas de lo que hagas ahora.

Si alguien piensa que esto es huir, pues acierta, pero es que no me da la gana de quedarme en el sofá llorando para afrontar la realidad, prefiero huir con mi cerebro y crear todo lo que sé que puedo crear, hasta que la vida vuelva a sonreirme. Para ella, todo mi amor, para mis amigas mi agradecimiento eterno, para mí me deseo una vida plena y mientras no llega, muchas neuronas funcionando.

miércoles, noviembre 25

Mis niñas de hockey

Me escribe un comentario Garbancita y casi me hace llorar. Qué emoción que alguien, después de tantos años, venga a recordarme aquella época tan bonita y tan loca.
Y he recordado muchas cosas. Yo tenía 19 años (jajjaja, alguna vez tuve esa edad), era un bollito lleno de energía y dinamismo, estaba en mis mejores años de jugadora de hockey. De hecho, fue por aquellos años en los que estuve en la selección en un par de concentraciones.
Y se me ocurrió formar, en el colegio en el que había estudiado, un equipo femenino de hockey sala. Se me apuntaron un montón de crías de 10 a 12 años, casi todas ellas malísimas en el deporte (no sólo tú, Garbancita, jajajjaa), pero con unas ganas de juerga que me hacía pasarlo genial. Los entrenamientos eran puritito cachondeo: que si no me apetece correr, que si mejor charlamos, que si Marcela llévame a burros, que si vaya coche guay que tienes, que si qué buen día para reirnos...menos hockey había de todo.
No conseguimos ganar ni un solo partido, nos ganaban por goleada y mi equipo seguía riéndose y partiéndose por todo. A cada paliza que nos metían, más risas. Y yo, como entrenadora, me encantaba ver cómo disfrutaban de hacer deporte sin sufrir por las derrotas y seguí con la idea de que mejoraran.
Y fuimos a jugar a Bilbao, y tuvo que venir una de mis hermanas conmigo, que es mayor, porque las familias no las dejaban viajar con la cabra loca de su entrenadora. Perdimos todos los partidos, como no podía ser menos y lo pasamos como nunca. La primera que no dormía de las risas era yo.
En el equipo había bollitos futuros, pero nunca creí que ellas hablaran sobre mis novias, Garbancita me quedé pa´trás con tu mensaje, jajajjaa. Yo hablaba, hablaba, y hablaba con ellas, me gustaba verlas crecer y me encantaba escucharlas. Mi renault supercinco rojo se convertía en taxi para llevarlas a casa y en confesionario de más de una confidencia.
Las quise mucho, me enseñaron mucho, me dieron felicidad y seguridad en mí misma, me animaron a seguir en la enseñanza. Me regalaron tanto, que aún hoy Garbancita se ha asomado para hacerme otro enorme regalo con su comentario.
A día de hoy, puedo decir que tuve el mejor equipo de deportistas que nunca se haya visto, que erais las mejores, que tú, Garbancita, eras la verdadera imagen del juego limpio y sigues siéndolo. Gracias, mis niñas, me hicisteis feliz y siempre os llevo conmigo. Gracias, Garbancita, siempre fuiste especial, siempre fuiste una maestra.

sábado, noviembre 14

No sé explicarlo...

...pero sí sentirlo.

Cuando estamos felices desprendemos una energía que es contagiosa, la gente que te ve aunque no te conozca te mira con cariño, transmites buen rollo y contagias algo parecido a la felicidad. Hablas más claro, se te entiende mejor, muestras más paciencia con todo, te molestan menos las cosas, casi nada te saca de quicio, das más cancha a la gente, permites más los errores tanto en las demás personas como en ti misma, la ira no tiene cabida.

Ser feliz es sano, parece que el pecho se te ensancha y respiras mejor, tienes todos los nervios despiertos, todas las emociones te tocan la piel, hasta el pelo se vuelve sensible. Todo te excita, todo te emociona, todo te llega al alma. Y, de repente, priorizas y lo que ayer era indispensable hoy ha pasado a segundo plano. Lo material pierde sentido, lo profesional queda colocado en su lugar, porque casi todo lo ocupa el sentimiento, las sensaciones, la energía positiva, las ganas de vivir, la necesidad de disfrutar del cuerpo, del aire, de la luz, de ti misma, de la gente que pasa por la acera, del paisaje, de todo.

La infelicidad te tapa los ojos, te pone barreras delante, no te deja respirar a pleno pulmón, te ahoga en un mundo que cada vez se estrecha más. La infelicidad te quita libertad, te hace ver barreras en donde puede que no las haya, te hace precavida en extremo, te impide ver más allá de tu propia negatividad, te produce miedos infundados, te previene de peligros que sólo ves tú. La infelicidad tiene menos riesgos, pero está más cercana a la muerte. La felicidad te hace arriesgar, pero es más cercana a la vida.

miércoles, noviembre 11

Otro nuevo viaje

De nuevo estoy de viaje, pero este viaje es algo más que moverme en coche de un sitio a otro, este es un viaje en el que también se me mueve al alma (creo que en todos los viajes se nos mueve un poquito). Estoy en un momento muy bueno en mi vida, es el momento de pensar qué hago, cómo lo hago y por qué lo hago; también es el momento de disfrutarlo todo, de beberme cada minuto que la vida me pone por delante, de celebrar que estoy viva y que tengo una situación inmejorable para ser feliz.
Y, por cierto, este post ya está escrito en una de las etapas de ese viaje, más en concreto en Ejea de los Caballeros, donde pasaré dos días dando alguna charla. Llegué anoche, ya tarde (porque me perdí en Tudela, después de cinco horas de viaje), casi no vi el pueblo y no me sentí parte de él. Me duché, cené en la habitación, trabajé hasta tarde y me dormí como una bendita (sí, Marmarita, sí, con una sonrisina puesta, como tú me visualizas).
Hoy desperté descansada y consciente de mi suerte al vivir esta vida, me lancé a Ejea, porque quiero ser de aquí mientras esté. Paseé, paseé y paseé, me presenté donde tengo que dar la charla esta tarde, fui agradable y sociable (no siempre lo soy).
Ahora estoy en el hotel, dispuesta a seguir trabajando porque me espera todo el mes fuera de casa. Mañana estaré, de nuevo, en mi otra ciudad, Pamplona, mañana sólo seré de Ejea hasta las nueve de la noche, luego ya soy pamplonica.
Y volveré a mi campamento base, en Avilés, el día 3 de diciembre muy de noche, y sé que, por un momento, no me sentiré avilesina y estaré desubicada. Pero me esperan tantas personas y tantas sorpresas al volver que estaré feliz de ver de nuevo ciertas caras, de recibir esos besos que me están esperando y de abrigarme en esos abrazos que me da mi gente y que me llenan de energía.
Soy afortunada, muy afortunada. Sé que no todo el mundo tiene las mismas oportunidades que yo tengo, por eso quiero disfrutar de todo, porque sería un insulto no vivir a tope cuando se puede.
Chicas, espero que en esta etapa no me dé bajón, pero si me diera, sé que os tendría al otro lado de la pantalla, pensando: "Ay, esta Marcelilla, que está otra vez solina, voy a mandarle un besín, que lo necesita". Estas relaciones virtuales son otro de mis privilegios.
Y esta es la primera crónica desde "el más allá", porque estoy "pa´llá" tanto física como espiritualmente.