El otro día conocí a un hombre que hace abecedarios de casi todo; se pone a pensar y con cada letra forma una palabra relacionada con lo que quiere. Me gustó la idea y me he propuesto hacer un ABECEDARIO DE LAS LESBIANAS MODERNAS, os invito a que añadáis todas las palabras que queráis ¿vale?
Amantes, Activas.
Blogueras, Bollos.
Casadas, Conocidas, Clitorianas.
Dulces.
Elegantes, Enamoradas.
Felices, Floridas.
Grandiosas, Generosas.
Huidizas.
Imaginativas, Igualitarias.
Joviales.
Kamikaces.
Ligonas, Libres,Liberadas.
Manuales (ejem), Malas, Magistrales.
Numerosas, Novelistas.
Ojosguapos (licencia poética), Omnipresentes.
Pecadoras, Paganas, Pastilleras (con perdón), Peligrosas.
Queridas, Queribles.
Razonables, Reunidas.
Sexuales.
Tentadoras, Terremotos.
Unidas, Únicas.
Vaginales, Valiosas, Venenosas.
Walkirias.
X (y despéjala si te atreves).
Yacentes, Yuxtapuestas.
Zalameras, Zamponas, Zascandiles.
miércoles, febrero 28
viernes, febrero 23
domingo, febrero 18
Quizá tenga que ir por partes para ver qué me falta para resultar atractiva a alguien, o bien, analizar mis acciones para no repetir aquello que no funcione; o quizá, tenga que pedir ayuda a aquellas que sí que habéis triunfado en estos avatares de la vida.
Miro lo que me falta para resultar atractiva y, con sinceridad, no encuentro nada; puede que penséis que tengo la autoestima en globo, pero es que la realidad no la puedo negar ni por falsa modestia, así soy yo.
Analizo lo que hago y veo que es mentira eso de que “quien la sigue la consigue”, por lo que pienso que dejaré de seguirla; tampoco resulta lo de declararse directamente, así que he dejado de declararme a diario; parece que aquello de dejarse ver y hacerse cotidiana tampoco lleva al éxito, con lo cual debo desaparecer un poco...
Y aquí es donde yo me rindo, no sé cómo hacerlo; cada vez me gustan más esos ojos y esa sonrisa, pero no me miran a mí y sonríen por doquier; cada día me atrae más y cada día me veo más lejos…por todo ello, paso a la tercera posibilidad, que es la de pediros consejo a vosotras; a las que habéis ligado para que me digáis cómo hacerlo y a las que no os jaláis un rosco para ver lo que no debo hacer.
Chicas, esto es una llamada de auxilio para que me ayudéis a volverla loca de amor por mí; tarea fácil ¿no?
martes, febrero 13
jueves, febrero 8
Madre, tú y yo hemos cerrado un círculo precioso, los dos últimos años de nuestra relación hemos hablado de todo (lo que no se habló bien callado está), nos hemos besado mucho, te he acariciado como nunca y tú, al fin, volviste a tu costumbre de rascarme la espalda mientras charlábamos.
Seguiste siendo la matriarca de la familia hasta el último minuto, te fuiste siendo útil y dejando todo en su sitio; pero lo que a mí más me llena es que tú y yo llegamos a conseguir un equilibrio perfecto de respeto y de cariño. Menos mal, madre, que puedo cerrar este círculo así: no tengo nada que perdonarte ni nada por lo que pedirte disculpas.
Así que, mami, si no te importa, te colocaré en el lugar más destacado de mi alma y seguiré mi vida mezclando algo de lo que tú me enseñaste y otro poco de lo que yo añadí.
Damos el círculo por cerrado, madre, por bien cerrado.
viernes, febrero 2
Soy lectora por parte de madre, heredé de ella el amor por los libros y la habilidad para aislarme leyendo en una casa llena de gente. Recuerdo a mi madre haciendo muchas cosas, siempre atareada, siempre pendiente de su alumnado y de su tropa de hijas, corriendo, estresada...pero también recuerdo el momento sagrado en que se ponía a leer, era su momento, eran sus libros, estaba en su mundo. Pero no estaba sola, siempre dejaba la puerta abierta para que cualquier de sus hijas cruzara el umbral y entrara con ella en el mundo mágico de la lectura. Y a mí me llamaba mucho la atención, la veía reír con un libro delante, la vi llorar ante novelas que le llegaban al alma, la vi enfrascada en ensayos que le interesaban, la vi mirar ilustraciones que le gustaban, pinturas importantes que no tenía oportunidad de ver en persona… y, siempre, me contaba de qué iba lo que estaba leyendo, me incluía en su lujo diario.
Me sentía una privilegiada cuando ella me regalaba un libro y yo imitaba sus modos: me sentaba muy digna en el salón (el espacio de los mayores), junto a ella, abría mi libro y me enfrascaba a la par que mi madre en la lectura; me sentía respetable tras el libro; de hecho, ella me preguntaba si me gustaba, me animaba a contarle el argumento...y yo me sentía feliz porque me sentía tratada de tú a tú, de lectora a lectora.
Pasaron los años, llegó la adolescencia y yo tuve la obligación de enfrentarme a mi madre, no coincidía con ella en nada ¿en nada? Sí, había algo que seguía uniéndonos: los libros. Cuando hablábamos de lecturas se producía una especie de burbuja que dejaba fuera cualquier atisbo de enfrentamiento generacional, volvíamos a ser dos lectoras que comparten una pasión.
Hoy, desde mi “madurez”, sigo compartiendo lecturas con mi madre, ahora soy yo la que le regala libros, la que piensa en ella cada vez que entro en una librería, la que busca aquello que puede gustarle; hoy, seguimos juntándonos para hablar de libros, y continuamos compartiendo un mundo que sólo nos pertenece a nosotras dos, un mundo en el que nos entendemos. Hoy, desde aquí, quiero reconocerle a mi madre su labor, quiero agradecerle mi iniciación en la cultura, quiero homenajearla como transmisora de amor a la lectura.
Lo más curioso es que ella fue mi maestra en el aula de infantil, ella me enseñó a leer; gracias, madre, gracias, seño; ojalá yo pueda, como profesora, animar a alguien a leer como tú lo hiciste conmigo.