jueves, diciembre 30

Un año no es nada

Siempre pensé que, cuando estoy muy mal, debo dejar pasar el tiempo y esperar momentos mejores en mi vida. Y este año que ya se va (qué bien, qué bien) me lo ha demostrado más que nunca.
El año pasado, justo por estas fechas, me debatía dentro de una montaña rusa que casi acaba conmigo y que me llevó a niveles de cansancio físico y mental que creí no soportar. Fue, el 2010 en su primera parte, un annus horribilis (que diría Isabelita, la inglesa). Tan horribilis que empecé a dudar hasta de mi optimismo. Aguanté como pude, con mucho trabajo encima, llorando antes de algunas charlas para poder hablar luego durante tres horas, respirando poco y mal porque la angustia me lo impedía, dejando de disfrutar de mi gente porque no encontraba el modo de estar bien, suspirando por alguien que no podía quererme como yo deseaba (pero si hasta llegué a verme baja y morena).
Y ahora, un año después, me veo más alta y más rubia, encantada con lo que tengo y pensando que el verano fue un antes y un después en mi vida. Aprendí a respirar por mí misma, a pensarme tan grande como soy, a reflexionar sobre mis errores sentimentales y mi forma de afrontarlos, a dejarme cuidar por la gente que me quiere y a mirarme a los ojos sin querer huir de mí misma.
Y no puedo dejar de agradecer todo esto a ciertas personas que me han acompañado en un camino tan duro: Mármara, que siempre está ahí para escuchar; LamiMari que es la mujer más importante en mi vida y a la que quiero con locura; LasuM que se le llenan los ojos de agua cuando yo lloro; Yosu, que me enseña el valor de la risa y de la "panchitud"; Morgana, que ha sido mi gurú en todo este cambio, es mi maestra; las blogueras que me habéis aguantado las neuras y los subidones y bajones; la gente que ha asistido a mis charlas y me ha animado a seguir currando; L. porque, aunque no pudo quererme como yo deseaba, me quiere y me lo demuestra con su sonrisa; a María (compi del insti) que me pregunta si comí o si dormí y que se ha autodeclarado mi madre adoptiva desde que falleció la mía; a mi padre, por no preguntar; a mi hermana P. por ser feliz en su familia; a mi hermana C. porque ella es mi modelo a seguir.
Sé que me olvido a alguien y pido disculpas, pero el último lugar lo dejo para mi niña, porque a ella le tengo que agradecer que me vea alta y rubia, que me mire con tanto cariño y que me aporte tanto como me da. A ella en especial le dedico el año que entra, porque es una mujer maravillosa y porque me ha hecho pasar de la montaña rusa a las barquitas tranquilas del lago.
Feliz 2011, chicas, sé que será un gran año, que nos traerá alegrías y fuerzas para superar lo que traiga de negativo. Gracias por estar ahí.


PD: Desaparezco unos días, me voy con mi niña a remar por otros ríos. Pero, cuidado, que os vigilo.

lunes, diciembre 27

A veces, me enfado

Pocas veces, la verdad, pero hay cosas que me hacen perder la paciencia.
Sé que este post no será muy entendible, pero no tengo ganas de dar muchas explicaciones, solo (me pega mejor con tilde) quiero dejar constancia aquí que está llegando al límite mi paciencia y que, a partir de ahora, ya no estaré en plan: pobre, venga va, qué más da, aguanto, no me importa,...
No, a partir de ahora paso a tomar medidas más serias y en una de estas me cabreo en serio. Y me cuesta porque no quiero gastar energías en enfados que no me llevan a nada, pero es que ya está bien, ya está bien.
Que son seis años de fantasía en la que me toca a mí la peor parte, que no tengo más relación sentimental que la que ahora tengo con LamiInés y que no quiero que nadie me toque las narices, que bien me cuido yo de no tocárselas a nadie, coño.
Y eso, que me enfadé, ea. Que mi buen rollo tiene límite, que también tango mal carácter cuando me pongo y que mi energía y mi tiempo solo lo quiero usar con quien merezca la pena y que seis años de aguantar tonterías me tiene muuuuuuy jarta. He dicho.
Perdón, chicas, tenía que decirlo.

martes, diciembre 21

Sorpresa

viernes, diciembre 17

Salí de la cárcel

Sí, hoy salí de la cárcel después de dar un taller de igualdad en el Módulo de mujeres del centro penitenciario de Asturias. Y salí con el corazón encogido y enorme a la vez. Me llevé, cuando se cerró la última reja detrás de mí, el cariño de 23 mujeres con las que compartí dos horas y media de charla, de risas, de comentarios, de ideas, de experiencias, de seriedad, de empatía, de aprendizajes y de escuchas.
Muchas veces he salido contenta de mis charlas, pero hoy ha sido más intenso, más difícil, más cercano, más trabajoso, más inusual, más completo, más profundo, más ajeno y a la vez más mío.
No he visto maldad en sus ojos, no he visto violencia innata, no he visto delincuencia ante mí. He visto mala suerte, carencias tremendas, ganas de aprender, ánimo para exponer sus ideas, atención a mis palabras y una tremenda energía para reír y para estar juntas.
Sé que están ahí por algo, pero son mujeres a las que la vida no les ha tratado bien. Les pedí que me dijeran qué era lo que mejor se les daba en la vida, la mayoría dijo que cuidar de sus hijos e hijas; hasta que le llegó el turno a una que, después de yo insistirle para que dijera algo que se le diera muy bien, entre sonrojos y pudores dijo: "follar". Y nos reimos, y le di la enhorabuena, porque follar bien es una virtud que no todo el mundo tiene.
Compartí con ellas un tiempo que se me hizo corto. Luego, me enseñaron los lugares comunes que tienen, sin calefacción, con la que está cayendo hoy por estas tierras, me invitaron a un café que me supo a gloria y a mis bromas de que me tenía que ir porque ya se estaba cerrando todo y no quería quedarme dentro, una de ellas, muy seria dijo: "Para ti siempre habría un sitio aquí, te dejaríamos la mejor celda si te quedaras". Casi se me saltan las lágrimas, porque me ofreció lo único que tienen.
Y luego, entre besos y abrazos, les di la espalda, y oí como la más bollo de todas decía, bajito: "Vuelve, anda".
Y quienes me contrataron me han dicho que volveré a hacer otros tres talleres con ellas y eso me alegra.
Salí de la cárcel hoy, ellas aún no. Yo quiero volver, sé que ninguna de ellas querrá volver cuando cumpla sentencia. Estoy en mi casa y soy feliz porque soy libre.
Gracias, chicas del centro penitenciario, espero haberos enseñado algo porque vosotras me enseñasteis hoy mucho. Que la vida os traiga algo de suerte y que os permita volver pronto a cuidar de esos hijos e hijas que tanto queréis. Volveré y me alegrára volver a veros.
Ahora se me hace totalmente significativo aquel eslogan que cantábamos en los encuentros feministas: "No estamos todas, faltan las presas".

sábado, diciembre 11

Caleyeres

No os podéis perder el post de Desastrín. No es fácil que a una sidrería le hagan una crítica gastronómica como la que ha conseguido La Caleya y, desde aquí, quiero hacer mi especial homenaje a ese sitio y, sobre todo, a su gente.
Cuando eres lesbiana (y algo mayor) sabes la necesidad de tener unos sitios propios, donde te encuentres como en casa, donde puedas coger a tu chica de la mano y darle un beso con toda normalidad, sin comentarios homófobos ni miradas asquerosas.
Cuando eres lesbiana en una ciudad pequeña, esa necesidad aumenta y el placer de encontrarte con tus iguales y con tu gente se hace perentorio.
Cuando eres lesbiana y las copas y la noche y el ruido de los pubs ya no te enganchan, el encuentro para compartir la comida y las risas en un lugar donde te quieren, con la gente que tu quieres, es algo imprescindible.
Cuando eres lesbiana y asturiana, que te escancien la sidra con una sonrisa cómplice, o te sirvan la comida con aplausos por lo rica que está, o te abracen al entrar, o se muestren felices con tu felicidad y solidarias en tu tristeza, es algo que no se paga con nada.
Cuando eres lesbianay necesitas encontrar tu sitio, tienes La Caleya.
Gracias a Desastrín, por su riesgo al abrir los negocios,por dar trabajo a las mujeres, por ser la jefina de todas nosotras, por sus bromas, por sus broncas, por su cariño a la hora de dar de comer a las demás. Gracias a Noe, a Cris, a Ana, a Esther, por su buen hacer en la cocina, porque están entre bambalinas pero son protagonistas de nuestro compartir. Gracias a Yosu, porque es una de las mejores personas que conozco, a Cris Heidi Metal porque siempre es una alegría verla y provoca subidón sólo con su presencia, a Sandra por dejarme que me meta con ella siempre, a la Galle por su buen hacer y su cariño hacia Lamimari y LasuM, a Vane por su risa y por sus sujetadores.
Entre todas hacéis que La Caleya sea el sitio más especial del mundo, vuestra hospitalidad hace que todas las personas que entramos allí encontremos nuestro sitio en el mundo.
Gracias, Desastrín, gracias, chicas.

miércoles, diciembre 8

Sin controladores...en las nubes

Salgo de un enorme fin de semana como si saliera de la cueva. No me he enterado de nada y ahora me encuentro con enfados, cabreos, disputas, reivindicaciones, explicaciones, ejércitos, argumentos, insultos, posicionamientos, esperas, desesperas, disgustos, dineros perdidos, aviones parados...un descontrol con protagonistas controladores.
Y yo he pasado todos estos días sin control, sin necesidad de órdenes de torre alguna para despegar, aterrizando hoy yo sola, sin copilota que me bese.
He estado en las nubes sin saber que nadie me controlaba, he subido y bajado por los cielos y el aire sin ordenadores y sin navegadores a bordo, me he dejado volar como las garzas reales y ahora, ya en mi terminal de siempre, busco zona wifi para contactar con ella. No quiero facturar el equipaje, porque miro cada segundo de esta mochila de puente y no necesito tarjeta de embarque, porque así, sin ruido, sin motores y sin tripulación, sé que ya me he embarcado.
Sé que estuve en espacio aéreo sin control, en aire de nadie, solo mío y por los altavoces nadie me dice a qué puerta dirigirme, porque tengo claro dónde voy.
Siento lo que os ha pasado a algunas, sé que la víscera salta con todo esto, pero mejor la vida sin estados de alarma, sin ejércitos ejercitando su poder con armas. No dejo de pensar qué habría hecho yo si fuera controladora, menos mal que mi anarquismo personal me impide controlar a nadie.
Bajo de la nube, aterrizo como puedo, me dirigo a mis hangares, echo anticongelante y preparo mis motores para próximos vuelos. Es lo que tiene llevar el avión privado dentro.