Ya sólo me quedan tres días aquí, tres charlas, dos reuniones y se acabó esta experiencia tan inusual que me ha permitido aprender tanto. Cuando dije que sí a esto, no me podía imaginar cuántas sensaciones viviría, ahora que hago recuento creo que tengo la mochila llena de experiencias afectivas: echar de menos (hermanas, padre, C., la mi Mari y compañía, Bego, Marmarita, mi alumnado, mi gente, ...), soledad no querida al principio de la experiencia con su bajón correspondiente, soledad necesaria en el resto del proceso y muy querida, conocimiento de mi necesidad de afecto, ausencia de mi madre, explosión de alegría por los éxitos profesionales, seguridad del trabajo bien hecho, nervios y miedo ante cada charla y ante cada nuevo público, risas y charlas distendidas, cariño que recibo de quienes al principio se mostraban con lejanía, confianza con tres personas que ya son parte de mi gente, responsabilidad por el impacto que he provocado en una parte del público, etc.
Todo esto es una especie de gran carga que, poco a poco, debo ir asimilando y colocando en su lugar, tengo que ser capaz de que esta experiencia me deje un poso de aprendizaje grande, no puedo dejar que las sensaciones me nublen.
Ya me queda poco, muy poco, me alegra haber sido valiente y haber tenido esta experiencia, estoy cansada físicamente pero con el cerebro en total funcionamiento y el el sentimiento bien alerta. En fin, que cierro otro círculo en mi vida, aunque quizá este círculo traiga consigo otros caminos en el futuro, eso nunca se sabe.
Aunque no os lo creáis, vosotras, al estar ahí, me habéis ayudado en este trayecto. Gracias, muchas gracias, mando besos y os enseño el salón de "mi" casa en Pamplona, mejor dicho en Burlada.