EL AUDITORIO
Tuviste que sentarte justo detrás de mí; en un auditorio para seiscientas personas, tuviste que venir a respirarme en la nuca.
Desde ese momento, ya no pude escuchar a nadie, mi libreta de apuntes se convirtió en un ridículo lienzo donde verter mis nervios en forma de líneas y sombreados.
Y encima, me dedicaste una sonrisa que te ilumina la mirada y a mí me deja sin respiración.
Cuando parecía que ya me calmaba, me pusiste una mano en el hombro y te acercaste para susurrarme una tontería. Sonreí para disimular la excitación que me producía tu aliento en mi oreja. No sé lo que me dijiste, todos mis sentidos se centraron en tu contacto conmigo.
Después, volviste a tu respaldo y pude, al fin, soltar el aire. Al poco, te incorporaste de nuevo hacia mí, me tocaste el cuello y me comentaste lo bien que me quedaba mi nuevo corte de pelo; casi llego al orgasmo al sentirte en mi cuello, empecé a temer un desmayo idiota por mi parte.
Llegó el descanso en aquellas interminables y cansinas conferencias. Me agarraste por la cintura para presentarme a un compañero al que, lógicamente, ya ni recuerdo y me dirigiste una mirada cálida desde esos ojos marrones que me obnubilan.
Y no pude más, cariño, te solté a bocajarro lo que llevaba ya dos meses guardándome sólo para mí. Te di todo el poder, te entegué gratuitamente mis besos de fantasía y mis caricias en sueños, te puse en bandeja mis sentimientos.
Y ahora estoy aquí, esperándote en el Venecia y leyendo mil veces tu mensaje en mi móvil: “Yo también, a las cinco en el bar de abajo de tu casa”.
Desde ese momento, ya no pude escuchar a nadie, mi libreta de apuntes se convirtió en un ridículo lienzo donde verter mis nervios en forma de líneas y sombreados.
Y encima, me dedicaste una sonrisa que te ilumina la mirada y a mí me deja sin respiración.
Cuando parecía que ya me calmaba, me pusiste una mano en el hombro y te acercaste para susurrarme una tontería. Sonreí para disimular la excitación que me producía tu aliento en mi oreja. No sé lo que me dijiste, todos mis sentidos se centraron en tu contacto conmigo.
Después, volviste a tu respaldo y pude, al fin, soltar el aire. Al poco, te incorporaste de nuevo hacia mí, me tocaste el cuello y me comentaste lo bien que me quedaba mi nuevo corte de pelo; casi llego al orgasmo al sentirte en mi cuello, empecé a temer un desmayo idiota por mi parte.
Llegó el descanso en aquellas interminables y cansinas conferencias. Me agarraste por la cintura para presentarme a un compañero al que, lógicamente, ya ni recuerdo y me dirigiste una mirada cálida desde esos ojos marrones que me obnubilan.
Y no pude más, cariño, te solté a bocajarro lo que llevaba ya dos meses guardándome sólo para mí. Te di todo el poder, te entegué gratuitamente mis besos de fantasía y mis caricias en sueños, te puse en bandeja mis sentimientos.
Y ahora estoy aquí, esperándote en el Venecia y leyendo mil veces tu mensaje en mi móvil: “Yo también, a las cinco en el bar de abajo de tu casa”.
12 comentarios:
Umm, que bonito. ¿ significa eso que por fín has conseguido lo que querías? si es así enhorabuena guapa.ayss el amor...
gracias, Ripley, pero sólo es un relato, no es la realidad. Lo único real de todo el cuento es que hoy tuve que aguantar unas cansinas conferencias en un auditorio, pero nadie me inquietó, ajjajaaaa. En fin, otra vez será.
Te lo digo de verdad, de verdad te lo digo: me dejas boba. Al decir que fuiste capaz de escribir esto, mientras te aburrías como un sopón. Bueno, bueno, NODO y crédito.
Sí, Mármara me aburría tanto que me dio por inventar cómo podría librarme del tedio de la mañana, y salió esto; cosas del aburrimiento.
oye, muy fructífero el aburrimiento. con el relato entran unas ganas de que pase de verdad que...
pues ya te digo, paula, con las ganas me quedo, ajjajaaaaa. vaya que si recibo un mensajito así, es que ni bajo las escaleras, salto directamente desde la ventana al bar.
con estas respuestas.......
DANOS EL MOVIL!!!! (Y DINOS CUAL ES EL BAR DE ABAJO TU CASA)
gracias por esos relatos
usuario anónimo, que por cierto espero que seas usuaria anónima, cuando quieras y donde quieras,ajjajjaaaa. Pero el bar de debajo de mi casa está muy a la vista y no llama el venecia.
(ayyy, que ligo)
Uuyyy... que no nos dices que es una fantasía y acabamos todas yendo de conferencia, de lo que sea pero nunca en última fila jajaja
Muy bueno el relato
ovi
PD para la usuaria anónima de arriba: yo también tengo un bar debajo de casa (por intentarlo que no quede jaja)
Gracias, Ovi, esto se convertirá al final en una lucha de bares, jajajaaaa. Ah, y ahora ya se acabó de estar en última fila como las alumnas malas, que entonces te pierdes a la de atrás.
Yo me lo he creído todo, Marcela, todo todito todo, me lo he creído, y me estaba castigando a mí misma por no haberme enterado antes, joderrrr, digo, desde el martes y hoy es viernes, qué habrá pasado después de la cita en el Venecia?
Mira, te matoooooooo, me has dejado con las ganas de que todo fuese verdad... bueno, qué risas!
Eres única!
Venga, un besín en la nuca.
Recibo encantada el besín en la nuca, gracias Roma.
Parece que todas estamos deseosas de finales felices, tanto en la ficción como en la realidad.
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