lunes, noviembre 19

UNA PARÁBOLA

Pues sí, hermanas, hoy os quiero contar una parábola...ayyyyy, joer, que se me pegó el tono COPE al escribir la palabra parábola y no va por ahí el tema. Además, es imposible que vaya por ahí porque de pequeña, que fue cuando me obligaron a ir a misa, odiaba las parábolas y no siempre las entendía (casi nunca, más bien); de hecho, siempre pensé que el hijo pródigo tenía una jeta como un campanu, que después de fundirse las pelas de juerga vuelve a casa de papá a que lo cuiden. Vamos que yo elegía al pródigo y no al tonto el haba que se quedó currando para nada.
Pero no, que no era de eso de lo que quería escribir; os quería contar un "cuento" o parábola que leí el otro día y que me gustó como mujer, feminista y docente, o como feminista, mujer y docente o como...ya, ya, marcelilla, hija que te lías.
Hete aquí la parábola ya, al fin (escrita con todos los cambios que me da la gana, que para eso el blog es mío):
Estaba una vez una mujer paseando y vio que toda la playa estaba llena de estrellas de mar moribundas sobre la arena, las había traído una fuerte marea y no podían volver al agua. Al fijarse bien, vio cómo una joven estaba recogiendo una a una las estrellas y las lanzaba al mar para salvarlas. Se le acercó y le dijo: "¿Para qué haces eso? ¿no ves que es inútil tu labor con todas las que hay sobre la arena? No vale de nada lo que haces porque nunca lograrás salvar a todas". La chica joven se agachó, recogió otra estrella, la lanzó al agua con suavidad y, volviéndose a la mujer, le dijo: "A esa sí le sirvió".

8 comentarios:

Mari Triqui dijo...

Cuánta verdad!

Son/mos muchas las personas que dejamos de hacer algo porque el resultado no soluciona todo el problema.

¿Por qué lo hacemos? ¿Acaso porque ello no alimenta suficientemente nuestro ego? ¿Por qué?

Deberíamos ser más conscientes de que, hagamos lo que hagamos, nuestra energía se extiende por todo el universo.

Te envío hoy la mía. Te va positiva y llena de buenas intenciones...

Un abrazo!

Morgana dijo...

jajajaja suponemos que la parábola acaba ahí y que no regresa la estrella de mar diciendoooo: tíaaaaa que lo que estamos es huyendooooo de Poseidón!!! jajaajajaj

Es queeeeee a mí me pasa lo que a ti con las parábolas... nunca las entiendoooo!!!

De todas maneras muy buena, Marcela, muy buena jajajaja ups!

Besos!!

Anónimo dijo...

Esta vez ha tocado una parabólica. ¿Dónde están mejor las estrellas? ¿En el mar o en la arena? El agua puede estar contaminada. Las parábolas son las narraciones de quien cree que contándolas es capaz de conseguir que quienes le escuchen o lean aprenderán a hacer el bien, pero ¿quién las escribe o cuenta, hace el bien o sólo pretende que el resto lo haga para así el narrador vivir mejor? De todas formas, como parábola está bastante bien, aunque en estos tiempos que corren las medusas tienen mejores y mayores posibilidades que las estrellas de mar, lamentable.

Marcela dijo...

Glora, muchas veces lo grande de una empresa nos acongoja tanto que pasamos de hacer nada; soy firme defensora de que cada persona tiene un campo de acción para mejorar lo que tiene alrededor, la verdad.
Morgana, jajajaa, no vale darle la vuelta al cuento, ajjaaaa.
Anónima, en este caso, que no en el de los curas, la que contó la parábola hace muchooooo bieeeeen, ajjajaaaa.

Lena de mar dijo...

Hola Marcela,
totalmente de acuerdo contigo en que cada persona (todas y cada una de las personas) tenemos un campo de acción y una responsabilidad: influir para mejorarlo. Sin nos hacemos conscientes de ello y actuamos, no seremos espectadoras de nuestra(s) vida(s) sino protagonistas!
Y la suma de todo hará un mundo más justo y más saludable, o no??? jajaja (ya estoy divagando)

Esta parábola me recuerda a otra: la del copo de nieve.
¿Cuánto pesa un copo de nieve? alguien preguntó.
Nada, le contestaron.
Un día de una gran nevada, contemplando un árbol, de repente una rama se rompió. Fue el último copo de nieve el que la hizo caer... o sea, que cada una extraiga su moraleja!!!

Besos de viernes por la noche, bufff

Anónimo dijo...

excelente parábola, marcelilla, yo soy la que salió ilesa gracias a esas adorables manos, y opino que poco o mucho, lo bueno que tratamos de realizar por la paz y la justicia merece la pena en este mundo descalabráo donde agonizan y mueren estrellas por doquier.

Mármara dijo...

No sabes cómo ma ha gustado esta parábola.
Si es que las personas (humanas) somos así, en general, comodonas, siempre buscando justificaciones para no hacer, o dejar de hacer, o... lo que sea.
Para que voy a ahorrar luz, en mi casa, si los ayuntamoentos la derrochan en Navidad. Para qué voy a reciclar, si la mayoría no recicla. Para qué voy a tirar por mi alumnado problemático, si el resto del profesorado pasa de él. Y así, hasta el infinito.

Anónimo dijo...

Me ha encantado eso de "se me ha pegado el tono de la cope", jejje genial. Un beso