Quiero contar una historia, real como la vida misma. Esta historia no está basada en hechos reales como algunas películas baratas de la tele, sino que es la realidad más hermosa que se repite cada día.
Voy allá: en una ciudad del norte, vive un niño de tres años al que le encanta ir al colegio. Todos los días llega, saluda a su maestra y busca inmediatamente su uniforme. No es un mandilón azul, como correspondería a un etiquetado trasnochado por género. Tampoco es una bata para guardarse de la suciedad. No, él elige un traje de princesa, de la princesa más hermosa que hayamos visto nunca; en otras ocasiones se pone un sombrero y un chaleco, o aquello que le apetezca en el momento.
El niño, tranquilo y relajado, se viste de princesa ante la aceptación de su entorno, nadie le cataloga, nadie le hiere, nadie le quiere convencer de que ese traje es de "niña". Él es libre, él no sabe de estereotipos, de tópicos, de cadenas de género, de imagen o de escondites. Él demuestra todos los días que otro mundo es posible.
Pero, sobre todo, él tiene la oportunidad de hacerlo, porque su maestra, trabaja por una educación en igualdad, se esfuerza para que niños y niñas vivan en libertad y se desarrollen según sus potencialidades, no según el sexo con el que hayan nacido.
Para él no vale el poema de la princesa está triste, esta princesa corre como un loco por el patio y se relaciona sin esperar que nadie venga a salvarle al torreón. Se salva a sí mismo.
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Vaya este texto como homenaje a todas las docentes que trabajan por una sociedad más justa y libre. Vaya también dedicado este texto a quienes, contra viento y marea, contra obispos y fascistas siempre luchan por la igualdad de varones y mujeres. Y, sobre todo, vayan estas palabras para Mª José Urruzola, para que sepa que seguiremos en la brecha.
5 comentarios:
Seguro que a Mª José, que nos está viendo por un agujerito, le encanta.
Puede que la vida le dé muchas hostias a este niño, pero esto que está viviendo ahora, gracias a su Maestra (sí, con mayúscula) se convertirá en una coraza contra la que rebotarán la incomprensión, la intolerancia y la estulticia de quienes siguen pensando que la única opción válida es la suya.
¡Qué bonito! No sabía nada de esto. Lo cuentas precioso, M.M.
Gracias, a las dos, por lo que me toca.
El mérito es de él y suerte la mía de que sea mi alumnito. Con su manera de mostrarse consigue que las personas adultas, y las que no lo son tanto, tengamos otra forma de mirar y la posibilidad de ver.
La verdad es que es un niño que me llegó al alma, pero lo que de me causó más impresión es que se le permitiera ser tan libre, eso me encantó; ojalá todos los niños y niñas tuvieran esa misma oportunidad.
que esperanzador....
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