SEIS VECES SEIS
Extrañas coincidencias me vienen sucediendo estos días. He oído unas seis veces aquella palabra que aún anteayer no conocía, todos los coches que veo tienen la matrícula acabada en seis, me he topado con varios grupos de seis personas en el corto trayecto de casa al trabajo, y las semanas se me hacen tan largas que de lunes a viernes cuento seis días.
Si me hubieran dado a elegir no sería el seis el número escogido para todos estos casos, hubiera sido un número con más leyenda, el tres, el nueve, incluso el cero absoluto, pero nunca el seis.
Es curioso, ya he escrito seis veces seis, me empieza a hartar ese número, comienza a agobiarme esa insistencia impertinente e inoportuna que me hace despertarme todas las noches cada seis minutos, exactamente cada seis minutos, ni uno más ni uno menos, matemáticamente cada seis minutos. Noche tras noche me ocurre lo mismo, me acuesto a la medianoche y a las doce y seis miro el reloj por primera vez, me duermo y a las doce y doce mis ojos ven esas luces rojas del despertador que, sin falta, me recuerdan que cada seis minutos le miraré, igual que a las doce y dieciocho y a las doce y veinticuatro y a las doce y treinta y…
Para colmo de males últimamente me ha dado por comprar todo de media docena en media docena: seis magdalenas, seis huevos, seis pastelillos, seis rollos de papel higiénico, seis botes de pimentón picante y hasta seis tambores de detergente.
Si me hubieran dado a elegir no sería el seis el número escogido para todos estos casos, hubiera sido un número con más leyenda, el tres, el nueve, incluso el cero absoluto, pero nunca el seis.
Es curioso, ya he escrito seis veces seis, me empieza a hartar ese número, comienza a agobiarme esa insistencia impertinente e inoportuna que me hace despertarme todas las noches cada seis minutos, exactamente cada seis minutos, ni uno más ni uno menos, matemáticamente cada seis minutos. Noche tras noche me ocurre lo mismo, me acuesto a la medianoche y a las doce y seis miro el reloj por primera vez, me duermo y a las doce y doce mis ojos ven esas luces rojas del despertador que, sin falta, me recuerdan que cada seis minutos le miraré, igual que a las doce y dieciocho y a las doce y veinticuatro y a las doce y treinta y…
Para colmo de males últimamente me ha dado por comprar todo de media docena en media docena: seis magdalenas, seis huevos, seis pastelillos, seis rollos de papel higiénico, seis botes de pimentón picante y hasta seis tambores de detergente.
No quisiera obsesionarme, pero creo que, a estas alturas, ya no podré evitarlo. Por cierto ¿alguien necesita pimentón picante?
4 comentarios:
Me encanta cómo escribes, y lo que escribes. Te lo digo estando completamente segura de lo que digo, pues comprobado lo tengo más de seis veces.
jajaja, a ver si ahora vamos a obsesionarnos todas con el número de marras. Gracias, Roma.
A mi me pasa lo mismo pero con el color verde, desde hace unos meses no se que pasa pero todo lo compro verde ?
Super color scheme, I like it! Good job. Go on.
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