Siempre pensé que, cuando estoy muy mal, debo dejar pasar el tiempo y esperar momentos mejores en mi vida. Y este año que ya se va (qué bien, qué bien) me lo ha demostrado más que nunca.
El año pasado, justo por estas fechas, me debatía dentro de una montaña rusa que casi acaba conmigo y que me llevó a niveles de cansancio físico y mental que creí no soportar. Fue, el 2010 en su primera parte, un annus horribilis (que diría Isabelita, la inglesa). Tan horribilis que empecé a dudar hasta de mi optimismo. Aguanté como pude, con mucho trabajo encima, llorando antes de algunas charlas para poder hablar luego durante tres horas, respirando poco y mal porque la angustia me lo impedía, dejando de disfrutar de mi gente porque no encontraba el modo de estar bien, suspirando por alguien que no podía quererme como yo deseaba (pero si hasta llegué a verme baja y morena).
Y ahora, un año después, me veo más alta y más rubia, encantada con lo que tengo y pensando que el verano fue un antes y un después en mi vida. Aprendí a respirar por mí misma, a pensarme tan grande como soy, a reflexionar sobre mis errores sentimentales y mi forma de afrontarlos, a dejarme cuidar por la gente que me quiere y a mirarme a los ojos sin querer huir de mí misma.
Y no puedo dejar de agradecer todo esto a ciertas personas que me han acompañado en un camino tan duro: Mármara, que siempre está ahí para escuchar; LamiMari que es la mujer más importante en mi vida y a la que quiero con locura; LasuM que se le llenan los ojos de agua cuando yo lloro; Yosu, que me enseña el valor de la risa y de la "panchitud"; Morgana, que ha sido mi gurú en todo este cambio, es mi maestra; las blogueras que me habéis aguantado las neuras y los subidones y bajones; la gente que ha asistido a mis charlas y me ha animado a seguir currando; L. porque, aunque no pudo quererme como yo deseaba, me quiere y me lo demuestra con su sonrisa; a María (compi del insti) que me pregunta si comí o si dormí y que se ha autodeclarado mi madre adoptiva desde que falleció la mía; a mi padre, por no preguntar; a mi hermana P. por ser feliz en su familia; a mi hermana C. porque ella es mi modelo a seguir.
Sé que me olvido a alguien y pido disculpas, pero el último lugar lo dejo para mi niña, porque a ella le tengo que agradecer que me vea alta y rubia, que me mire con tanto cariño y que me aporte tanto como me da. A ella en especial le dedico el año que entra, porque es una mujer maravillosa y porque me ha hecho pasar de la montaña rusa a las barquitas tranquilas del lago.
Feliz 2011, chicas, sé que será un gran año, que nos traerá alegrías y fuerzas para superar lo que traiga de negativo. Gracias por estar ahí.
PD: Desaparezco unos días, me voy con mi niña a remar por otros ríos. Pero, cuidado, que os vigilo.