Dos temas se me agolpan en la cabeza y en la experiencia. Empezaré por el más tanscendente, a pesar de que yo soy, más bien, de baja intensidad y poco dada a exponer públicamente mis "pajas" mentales (y las otras tampoco, que una cosa es la confianza y otra es pasarse, jaajjaja).
Bien, la reflexión en la que llevo un tiempo (Lanzarote y Morganita me han reactivado tremendamente esta parte de mí tan escondida que es la de pensarme) es que creo que me ha llegado el momento ideal de reinventarme, de mirar muy bien el tipo de vida que llevo y recrear el que me gustaría llevar. Miro lo que hago y, en general, estoy contenta: tengo trabajo fijo (que eso es un lujo hoy en día), soy una mujer independiente, nada me ata, no me bloqueo a mí misma para ser feliz, me río mucho, soy docente por vocación, soy lesbiana por mayor vocación aún y feminista encantada de serlo. Tengo las mejores amistades del mundo, tengo a lamimari que es una joya. Hago muchas cosas y he obtenido cierto reconocimiento profesional.
Hasta aquí, todo perfecto. Pero también hay otra parte "oscura" que, en muchos momentos, me niego hasta a mirar: soy insegura en los afectos, las relaciones sentimentales se me dan de puta pena, me provoca un terremoto que la persona a la que quiero tenga un mal día, me engancho en relaciones que, a veces, me provocan sufrimiento, tengo pánico al abandono, no me creo muy merecedora de los esfuerzos de las demás personas para conmigo y vivo en un estrés casi continuo. Ah, y trabajo demasiado, muchas veces para no pensar en que mi vida podría vivirla como yo quiero. Vamos, que el curre me tapa mi cobardía ante el cambio.
Es por ello, que me veo en el mejor momento de mi vida, en la temporada en la que puedo de verdad cambiar el rumbo que he seguido hasta ahora, en el tiempo de mi reinvención. Y creo que lo haré si la pereza y la cobardía me lo permiten.
Ufffff, qué intensita que me he puesto, ni que tuviera yo pretensiones de psicoanalista, mamma mía.
A ahora para aligerar esta intensidad que me ha dado, os contaré que el miércoles a la noche, lamimari, lasum y yo nso fuimos a las diez y media de la noche a la provincia de León, en busca de un cielo claro que nos dejara ver las perseidas. Íbamos pertechadas al máximo: bocatas de cecina con queso de oveja y aceite virgen, bombones, café caliente y hasta chupito de crema de orujo. Somos estupendas para disfrutar. Y llegamos a Barrios de Luna, en plena zona de Babia (estuvimos en Babia, vamos) y plantamos las sillas de playa en una cuneta y disfrutamos a tope de la noche.
Estrellas fugaces, vimos cuatro, una miseria, pero suficientes para pedir por nuestra felicidad y la de quienes queremos. Pero lo mejor fueron las risas por la situación en la que nos veíamos: noche cerrada, en una cuneta en el más allá y como si estuviérmos de picnic. Las carcajadas se oían hasta Zamora y tuvimos que calmarnos para no morir de los dolores de barriga y costado que nos dio.
Gracias, Mari y M, gracias por estar siempre ahí y por existir. Aunque sea capaz de cambiar de vida, ellas siempre están en ella.