sábado, mayo 29

Por la diosa, cuánto deporte (reeditado)

Abro un ojo, sábado diez y media de la mañana, y veo cómo entra el sol por la habitación, me desperezo, tomo café, quedo con Marmarita para la tarde, leo los emails y salgo brincando para la playa, a poner los pies en remojo. Llego a Salinas, al lado de Avilés, me quito las piernas (quiero decir que quito las perneras de mi pantalón desmontable, claro), me quedo en bermudas y descalza y a caminar durante hora y media con el agua de mar, fría y deliciosa, dándome en los tobillos, qué placer.
Por la tarde, a primera hora, me voy con Marmarita al golf, ya tengo mi carnet con al licencia y todo, voy nerviosa por ser mi primera vez (en el campo de las Caldas, que de otras cosas ya ni me acuerdo de mi primera vez...sí, sí que me acuerdo). Llegamos al campo y hacemos nuevo hoyos estupendos, con golpes de basura y golpes de antología. Sol, calor, verde por todos los lados, Asturias en su pleno apogeo, una gozada.
Y ahora, en casa, estoy que me caigo de cansancio y me doy cuenta, de repente, de que mañana es ¡¡¡el partido de fútbol contra las BollOviedo!!!!! Oh, por la diosa, cuánto deporte, va a acabar conmigo.

Ya hay crónica del partidazo, está en Hasta los Pelos y no puede estar mejor contado. Me duele todo, todito, todo, pero somos las mejores, chicas, con nuestro años somos muuuy buenes, jajajaa.

martes, mayo 25

Para Farala y la bellísima mujer que la parió

Faralilla, preciosa, cuánto lo siento. HOy se nos han removido las madres a muchas (también los padres). Hemos vuelto, por un momento, a vivir la angustia de cierto día que se queda grabado aunque una no quiera y sabemos lo que estás pasando, por eso te digo desde el alma que lo siento de veras.
Pero, mira, quiero contarte una cosa: hace dos semanas fui con mi padre a León, a una casa que era muy de mi madre, donde ella plantaba sus flores y atendía sus rosales con un amor infinito. Pues bien, hace ya más de tres años que mi madre no me rasca la espalda mientras charlamos, pero al llegar a la casa (cerrada todo el invierno) supe que mi madre andaba por allí porque sus flores aún están. La naturaleza ha hecho su trabajo y, tres años después, todavía hay bulbos que florecen, semillas que se han esparcido por la pradera y dan lugar a sus flores de colorines. Sin que su mano las cuide, han seguido naciendo y dándonos su alegría, porque de alguna manera ella sigue ahí.
Por eso, ahora, hoy, en un día tan jodido, quiero regalarte para ti y para la hermosa mujer que te parió una de las flores de mi madre, porque siguen vivas:

sábado, mayo 22

Normalidad

Me he pasado todo el sábado corrigiendo para poder terminar a tiempo y bien con 2º de bachillerato. Estoy contenta con sus resultados y con la motivación que han mostrado durante todo el curso, creo que hemos aprendido mucho y eso me alegra y me llena.
Por otro lado, ayer fui a cenar con la mi Mari y su M (Hasta los pelos). Hacía una temporadita que no las veía y que no aparecía por La Caleya y me prestó mucho. Saludé, besé y me reí, me encontré con Jo, Cris, Isi, Desastrín, Yosu, y más y nos pusimos al día. Sobre todo, recibí mucho cariño y eso recarga las pilas.
Además, hoy me examinaron de golf y aprobé, así que ya tengo handicap 36 y mañana saldré por primera vez al campo a jugar con Marmarita un partidín, qué bien que la mi Mármara me metió en esto, porque la vida es como el golf y yo estoy aprendiendo a "dar la espalda al objetivo", que es difícil pero efectivo.
Y, por último, lo que se sale de la normalidad a la que parece que voy volviendo es que Faralilla lo está pasando mal y eso me hace recordar lo que yo pasé con mi madre y me da impotencia no poder ayudar en nada. Sé que es ley de vida, pero eso no lo hace más llevadero.
En fin, que Marcela parece que vuelve a la normalidad, así que a aguantarme un poco más.

martes, mayo 18

Gracias, Calvin, por mandarme este vídeo que me encanta. Cuando veía este anuncio en la tele siempre alargaba las manos para poder atrapar las pelotas que bajan la calle, me deja impresionada la cantidad de colores que bajan botando. Quien ha estado en mi casa, sabe que una de mis colecciones es la de la pelotas que botan mucho, de esas de las máquinas en las cafeterías de las carreteras. Quien viaja conmigo, sabe que si hay una maquinita de esas, yo tengo que sacar la pelotita de turno, y es que no lo puedo evitar. Me encantan y me hacen la vida más feliz. Recuerdo la cara de Elenita Farálaez cuando abrí el tarro y solté todas las pelotas por el salón, sólo por esa cara ya merece la pena tener esta colección.

Va por ti, Faralilla, que lo estás pasando mal y que siempre estás para cuando estamos las demás en malos momentos.

domingo, mayo 9

No quiero nada

No quiero emails, no quiero llamadas, no quiero conversaciones, no quiero sermones, no quiero lecciones, no quiero conocer otras experiencias parecidas, no quiero psicoanálisis, no quiero compasión, no quiero broncas, no quiero explicaciones, no quiero que me pongan delante lo que es obvio, no quiero que me quiten mi fantasía, no quiero nada, no quiero nada, no quiero nada.
Quiero ser feliz, quiero reencontrar la fuerza que sé que tengo, quiero dormir mucho, quiero reñirme yo a mí misma, quiero recomponerme y volver a ser sociable, quiero pensarme y quiero sentirme. Ya está. He dicho.
Ah, una cosa, que nadie dude que esto se me pasará, que tengo fuerza para esto y tres más como esto, no te jode.

PD: Mi confidente de estos meses, Marmarita, está exenta de todas las cosas que digo aquí.

martes, mayo 4

Grrrrr, mis tetas

Hoy también me tocaron las tetas, se regodearon en ellas, la rubia no hacía más que agarrarlas y soltarlas, la morena las miraba y opinaba, de nuevo la rubia las amasaba, otra vez la morena matizaba la posición.
Hoy no fue erotismo, fue una mamografía, grrrrrrrrrrrrrr.
PD: el día que tengan que hacer huevografías seguro que cambian de técnica.

sábado, mayo 1

Lesboerotismo

Llevo despierta ya diez minutos, mirando cómo duerme y recorriendo mentalmente el cuerpo que anoche tanto me excitó y tanto me dio. No quiero despertarla, el sopor del sueño le da todavía más belleza y quiero regodearme en lo que estoy viviendo, atesorarlo para un futuro que, seguro, se presentará diferente. Y empiezo a jugar con la imaginación. La veo desnuda, a mi lado, sus pechos unidos a los míos, mis manos viajando por su cuerpo. El cuello erguido, dispuesto a recibir caricias y besos que la excitan. La espalda larga, esbelta, infinita hasta las nalgas, con su tatuaje que está pidiendo a gritos que lo beses y te detengas a dibujar su silueta. Las nalgas fuertes, prietas, algo respingonas y expectantes ante la mano que se introduce entre ellas buscando todos los tesoros que no están a la vista. Las piernas nerviosas, fibrosas, moviéndose al compás de la excitación y el placer.
Y me imagino que empiezo a recorrerla, que llego a sus nalgas y voy dibujando su redondez sin prisa, sabiendo que me espera la entrada a su sexo en cuanto yo decida que me adentro en ella, escuchando su respiración cada vez más fuerte, besando su nuca a la vez que acaricio el final de sus muslos suaves.
Oigo cómo sale el primer jadeo en cuanto mi mano se detiene en su entrepierna, aún sin entrar, todavía sin mover mis dedos para despertar aún más sus ganas. Se mueve, me pide que siga con un movimiento de nalgas que casi me obliga a penetrarla. Pero me contengo, quiero seguir sintiendo esta excitación que provoca un latido brutal en mi clítoris, quiero seguir viendo cómo serpentea pidiendo más placer, sabiendo que lo tendrá todo y que podrá gozar de dos cuerpos que se aman.
Busco, muy suvamente, cada uno de los milímetros de su sexo, quiero tocarlo todo y estoy deseando sentir la calidez de sus recobecos. Sus jadeos me van guiando por donde ella quiere.
Y por fin, ya no puedo más y despliego un dedo, sólo uno. Lo llevo hasta la entrada de su sexo, rodeo su entrada sin penetrar todavía, regodeándome en todos los pliegues que me invitan a entrar. Introduzco un poco el dedo, muy poco, y lo retiro casi inmediatamente…sus jadeos me llegan al alma, me hacen temblar de los pies a la cabeza, me vuelven loca, tan loca que la penetro de repente y ella se entrega con un enorme gemido de placer.
No quiero que llegue al orgasmo, no quiero que termine este juego de dedos y humedades, no quiero dejar de sentir su líquido en mis manos, su calentura en mi boca, su sonido en mis oídos. Ella sigue gritando mi nombre y a cada grito, yo la penetro más adentro, le busco los puntos de más placer dentro de ella. Y sigue gritando y a mí me vuelve completamente loca al escuchar mi nombre mezclado con el poder del placer.
Y casi me corro sólo de verla, sólo de oírla, sólo de tocarla. Se queda, por un momento, quieta, con mi mano dentro de su sexo, pero yo sé que en cuanto empiece de nuevo a mover mis dedos en su interior, ella se sentirá penetrada de nuevo y no podrá contenerse. La dejo un poco que se relaje, pero no puedo esperar mucho, necesito volver a verla moverse mientras estoy dentro, necesito escucharla gritar al tiempo que mi boca la descubre entera, necesito que ella me penetre como yo le estoy haciendo a ella, con toda la fuerza y todo el cuidado con que sabe hacerlo. Y ella empieza a buscarme, con la boca, con sus manos, con sus dedos finos y largos que me dan un placer que no recuerdo en muchos años.
Creo que, al fin, se está despertando.