Pues sí, chicas, regresé ayer de Navarra, de currar un poquitín y de pasarlo muy bien. Todo fue perfecto hasta que llegué a la cita que tenía con Vegana. Ella lo cuenta muy bien en su blog, se me adelantó temiendo el efecto que este post podía hacer, ajjajaaa.
Pues bien, quedamos, estamos presentándonos y, de repente, se me echa a llorar. Yo, impactada, no sabía qué hacer, ni qué pensar: "Llora porque su decepción al verme es terrible, no, no, llora porque ha visto la luz al verme a mí, no, joer, no, llora porque sus sensibles ojos no aguantan la luz de mi belleza, ualáaaa, Marcelilla cómo te pasas, llora porque no te soporta y sólo lleváis medio minuto de conversación, o simplemente llora porque es una llorona, hay que ver, qué blogueras más raras se conocen a veces".
Estaba yo inmersa en estos pensamientos, mientras Vegana se sonaba con el pañuelo de una mano y el de la otra se lo llevaba a los ojos y me explicaba algo de un monte, que si hay sol, que si no, que si no como animalicos, que si qué ganas de conocerte, que si el centro de salud, que si espera que se me cayó un ojo en la alcantarilla...
Y paseamos, y fuimos al monumento a la familia y yo no sabía que Vegana quería darme un beso de tornillo allí, que si lo llego a saber la tumbo encima el prao, que menuda soy yo, vamos, que con llorera y todo, ajajjaja.
En conclusión, que fueron unas horas muy agradables, en compañía de una bloguera muy maja, a la que ahora mismo añado en mi lateral de enlaces. Un gusto conocer gente así gracias a este aparato con pantalla. La próxima vez, espero que no me llore, que sé que es emocionante conocerme, pero tampoco es para tanto, mujer, jajajajjaa.
Os dejo foto de los ojos de Vegana por la emoción incontenible de verme, se los copié a la foto que puso ella porque me gustó.