Kikilina, hoy has decidido irte, sin dar guerra, tranquilina, junto a M.
Alguien podrá pensar que, al fin y al cabo, sólo hablo de la pérdida de una perrina, que hay cosas más importantes en el mundo por las que preocuparse, que...pero no me importa, Kikina, porque en mi blog yo escribo de lo que me da la gana y hoy no puede ser de nadie más que de ti.
Cuando te conocí en el 98, no me gustaste, y creo que yo a ti tampoco; tus esfuerzos por echarme de la cama de M. fueron tremendos y he de reconocer que alguna que otra vez me engañaste y conseguiste mi sitio de privilegio al lado de la mujer que para ti lo fue todo.
Pero con el tiempo nos fuimos haciendo amigas y compartimos nuestro inmenso amor por M.
Si tuviera que decirte algo, sería que fuiste leal como nadie, nerviosa como pocas, graciosa como tú sola y lista como una ardilla en vez de un perro.
Gracias, Kika, qué gran compañía hacías siendo tan pequeña; cuántas veces "salvaste" a M. de la soledad y cuántas veces measte la alfombra de los nervios de recibirme en casa.
Hoy te lloramos, Kika, hoy nos falta alguien en la pandilla. Te prometo que seguiré cuidando de M., aunque tú sabes que la dejas en buenas manos.
Siento pena, Kikilina, pero me queda la certeza de que tuviste la mejor vida posible y de que fuiste muy feliz.