sábado, abril 29
miércoles, abril 26
sábado, abril 22
Nunca había comprado tanto jamón york como en estos dos últimos meses. Estoy en casa, tranquila y centrada en mis lecturas, cuando de repente me entran unas ganas tremendas de comprar algo en la charcutería del supermercado. Me visto, me peino y hasta me pinto para asomarme a salchichones, chorizos, chopes, mortadelas y quesos varios.
Quizá alguien piense que es vicio, puede que no se entienda mi compulsión chacinera, es posible que sean criticadas mis continuas y dilatadas estancias frente al mostrador charcutero. Lo comprendo, pero no pienso explicarme. Sé lo que me hago, cada una cae en la adicción que quiere y esta es la mía. Tengo derecho a consumir tantos embutidos como desee, siempre y cuando no haga daño a nadie para conseguirlos.
Así que, dicho esto, te pido humilde pero perentoriamente que, o bien respondes a los tejos que te lanzo o bien cambias de sección en el súper, porque el jamón me sale por las orejas y la mortadela se me está instalando peligrosamente en cartucheras y alrededores.
No seas cruel, vida mía, y lánzame una sonrisa por encima de botillos y morcillas, que el amor no elige dónde nace.
jueves, abril 20
Si me hubieran dado a elegir no sería el seis el número escogido para todos estos casos, hubiera sido un número con más leyenda, el tres, el nueve, incluso el cero absoluto, pero nunca el seis.
Es curioso, ya he escrito seis veces seis, me empieza a hartar ese número, comienza a agobiarme esa insistencia impertinente e inoportuna que me hace despertarme todas las noches cada seis minutos, exactamente cada seis minutos, ni uno más ni uno menos, matemáticamente cada seis minutos. Noche tras noche me ocurre lo mismo, me acuesto a la medianoche y a las doce y seis miro el reloj por primera vez, me duermo y a las doce y doce mis ojos ven esas luces rojas del despertador que, sin falta, me recuerdan que cada seis minutos le miraré, igual que a las doce y dieciocho y a las doce y veinticuatro y a las doce y treinta y…
Para colmo de males últimamente me ha dado por comprar todo de media docena en media docena: seis magdalenas, seis huevos, seis pastelillos, seis rollos de papel higiénico, seis botes de pimentón picante y hasta seis tambores de detergente.
lunes, abril 17
jueves, abril 13
- Ya sabe ¿qué?
- Pues eso, que tú…
Es increíble lo rápido que te ha llegado que me gustan tus ojos azules, que me atrae tu mirada y tu gesto duro. Ya sabes que te miro entre la gente, que sigo tus movimientos por el bar mientras hago creer que no estoy para nadie.
Archivo hasta los mínimos detalles; por ejemplo, el viernes tuviste calor en el bar y te quitaste el jersey, no tienes ni idea de lo atractiva que estabas con aquella camiseta blanca pegada a tus pechos; el sábado te molestaba un zapato y, cada poco, masajeabas tu tobillo, cuánto hubiera dado por aliviarte yo el dolor.
Pero ahora ya no puedo recrearme con las miradas, ahora que ya lo sabes el pudor no me permite imaginarte besándome, acariciando mi cuerpo con el tuyo muy cercano, recorriéndome entera en alguna esquina de este local; ahora ya no debo insistir en mis sueños, ahora que ya lo sabes debes mirarme tú y, con un poco de suerte, imaginar el ardor que guardo para ti.
jueves, abril 6
Despertador, tecla, media vuelta ¡¡arr!!, sigo durmiendo, me duele la cabeza, tengo los ojos hinchados, me arde el estómago, aún es de noche, despertador otra vez, tecla otra vez, media vuelta otra vez, ya me dormí otra vez, triple salto mortal fuera de la cama, no veo, no encuentro las zapatillas, me duele la cabeza, no puedo pensar, me olvidé el cerebro entre las sábanas, despertador, tecla final, café con posos, leche casi agria, no tengo azúcar, arcadas sabor Ducados, ducha, gotas de agua como alfileres, toalla, otro café con posos, el reloj que me señala con sonrisa malévola, ropa, calcetines negros, pantalón negro de pinzas, no recuerdo haberme puesto las bragas, camiseta Damart, frío interior, camisa blanca, chaleco, pañuelo, gafas, peine para cuatro pelos, zapatos mocasines casi brillantes, maletín, papeles, llaves, portazo, ascensor, garaje, retortijón inoportuno, coche, motor y ¡¡acción!!.
8:30.-
Hola, hola, hola, buenos días, hola ¿qué hay?, hola, hola, buenos días, me mareo, esquivo gente, hola, hola, qué ganas de decir adiós, gente fresca, cabezas despejadas, energías matutinas, hola, hola, me muero de sueño, ojos a media hasta, revoltura de estómago, recuerdos de alcohol en la boca, hola, hola, papeles, gente, sellos, ordenador, fax, teléfono, ¿qué desea?, tabaco sobre tabaco, letras, impresos, informes, fichas, firmas, es por la otra ventanilla por favor, nóminas, folios, bolígrafos, impresora, más humo, café de máquina, el estómago que me grita, los hombros que me pesan, le falta un justificante de pago vuelva usted mañana, sonrisas burlonas, comentarios obscenos, seguridades envidiables, perdone pero ya le he dicho que es en la otra ventanilla, teclas, intro, windows, imprimir, certificados, resguardo, otro café para la úlcera, horas que son años, ojos que se me caen, gafas llenas de dedos, ganas de orinar los últimos restos alcohólicos, cabeza zumbona, oídos tapados, cuanto lo siento pero el plazo ya se ha acabado así que a reclamar al maestro armero, recoger, adiós, adiós, adiós, hasta mañana, que se mejore tu suegra, adiós, adiós, fichar y ¡¡liberación!!.
15:30.-
Casa, maletín tirado, nevera vacía, pan duro, fregadero lleno, sofá vacío, salón vacío, contestador vacío, cama vacía, vida vacía, cabeza llena, bajón, hambre, sueño, malestar general, dolores de la mujer y del hombre, tostada con paté, coca-cola caliente, últimos cinco minutos del Telediario, culebrón, cojín, manta, chévere, me inunda el sopor, más nada Carlos Alberto, sonidos lejanos, pesadumbre, luces borrosas, sombras inundantes, coma profundo, frío en los pies, sueños conocidos, pesadillas vespertinas, sonar de tripas, olor a colillas, cabeza enterrada, cinturón que se me clava, pantalón arrugado, historias deshilvanadas, sequedad de boca, recuerdos dolorosos, excitación inexplicable, orgasmo de siesta en soledad, tic-tac mental, dolor de rodillas, sopor, sopor, sopor, sopor y ¡¡despedida!!.
17:30.-
Y todo a media luz, cara marcada, cojín aplastado, manta tirada, cuerpo helado, pesadez, escozor de garganta, labios agrietados, sed, hambre, pelos de cresta, camisa arrugada, arcadas sabor Ducados, cerebro zombi, nariz ocupada, dientes ásperos, sombras, luz artificial, café, tabaco sobre más tabaco, ducha, gotas de agua como dedos masajeantes, despertador nocturno, pantalones vaqueros muy ceñidos, calcetines gruesos, botas militares, jersey amplio, pulseras de cuero, pelo engominado, colgantes de latón, aros en las orejas, llaves, portazo, ascensor, garaje, coche, motor y ¡¡allá voy!!.
23:00.-
Tercera cerveza, segunda cajetilla, cuarta rumba, bar, barra, mujeres, guiños, saludos, billar, bola blanca, bola rayada, bola lisa, bola negra, cuarta cerveza, garganta seca, orejas parabólicas, ojos escrutadores, búsqueda, mirada, sonrisa, encuentros, besos, cerveza, caricia, baile, cigarrillo, fuego, lengua, esquina, música machacona, pechos cálidos, cuerpo a cuerpo, subidón, frenazos, manos enlazadas, un pasito palante María, tres pasitos patrás, quinta cerveza, lengua resbalosa, palabras borrosas, risas incontroladas, piernas contra piernas, jadeos frustrados, gente, tabaco, vasos rotos, reloj imparable, más caricias, no me acuerdo de tu nombre cariño pero podemos vernos otro día, despedidas, cuentas pendientes, chaqueta, portazo, coche, motor y ¡¡se acabó!!.
domingo, abril 2
Después me dio por pensar en ti y en mí. Es verdad que llevamos juntas toda una vida, son muchos años de convivencia sólo interrumpidos por alguna infidelidad mía, siempre pasajera. Pero tú siempre me has sido fiel, siempre me has recibido a la vuelta de mis amoríos con tu calidez fría y tu silencio sobrecogedor. Nunca un reproche, ni un gesto, ni un desprecio, como si ya hubieras sabido de antemano que volvería a ti.
Hemos pasado muchas cosas juntas, aunque reconozco que sobre todo acudo a ti para lo malo, pues lo bueno suelo celebrarlo en otras compañías. Me has visto reír, llorar, gozar y rabiar. Te sabes al dedillo cada rincón de mi cuerpo y en cada centímetro de mi piel has ido dejando tu huella. Has velado mis sueños más intranquilos y soportado mis insomnios inacabables, has leído conmigo cientos de libros y escuchado toda la música. Incluso sabes que es cuando estoy contigo cuando mejor escribo.
Pero debo confesarte que, a veces, he llegado a odiarte, te he insultado sin recibir nunca respuesta a mis afrentas, he intentado serte infiel a la menor oportunidad y he querido abandonarte para siempre, aunque eso significara perder un poco de mí misma.
Sí, lo confieso, no siempre te he querido, incluso algunos días no podía soportar la idea de abrir la puerta de casa y que tú estuvieras allí, esperándome para pasar la tarde y acabar durmiendo juntas.
Deseo que llegue alguien que, de una vez por todas, rompa las amarras que me unen a ti, una mujer con quien serte infiel de por vida, alguien que me haga olvidarte y que provoque entre tú y yo una dulce ruptura.
Lo siento, Soledad, algún día tenía que decírtelo. Sé que encontrarás a otra, hay tantas como yo que no te será difícil hallar un hueco en otra vida.
No sé por qué creo que no me has escuchado, no te he sentido irte; es más, miro a mi alrededor y sólo te veo a ti, llenando, como siempre, cuanto abarca mi vista y jurándome una amarga fidelidad eterna.